Imagen obtenida de Internet
Dulces son sus labios,
son tan apetitosos como la miel.
Me sublima ver su cuerpo curvilíneo,
que me enciende y quema,
hasta llevar a mi sangre a la ebullición.
Suspira... y es su aliento
inhalado por el mío,
que está aferrado a su boca.
Sintiendo en mis carnes sus caricias
aquellas que me hieren de amor
y al mismo tiempo,
remiten y adormecen
cualquier sufrimiento por mí sufrido.
Ella... adorable, llena de vida,
amorosa y toda ella un volcán,
sobre todas las cosas
cuando yace conmigo.
Mi dueña... Mi vida…
¡A la que siempre he querido!
¿Olvidarme...?
Aun sabiendo lo inútil que es todo
cuando te sientes perdido
y buscas un escape, una nueva salida.
Un túnel por donde aspirar el aire
que le he robado a tus pulmones...
cuando aún respirabas.
Ahora, solo soy un pensamiento
que maldice la hora en que... despertó.