Imagen obtenida de Internet
Dicen que a la muerte nunca debemos temerla
ni esquivar, pues es inútil,
ella te encuentra allá donde estés.
Yo digo más; no sólo no hay que temerla,
también hay que mirarla de frente,
abrirle la puerta e invitarla a entrar, y, si me apuras
¡hasta invitarla a cenar!!
Pensemos que ella, cuando venga a por nosotros
no se lo va a pensar,
ella siempre tiene prisa y nunca espera.
Eso sí, al alma, nunca se la va a llevar, no es suya, es
nuestra. Porque bastante castigo tendremos ya,
¡la de aguantar nuestras culpas por toda la eternidad!