Imagen obtenida de Internet
En
el lecho he derramado los pétalos azules
que
un día fueron objeto de su capricho,
los
que supieron guardar para siempre,
el aroma inconfundible que desprendía la
rosa de su cuerpo.
Quedando
así, fijo en mi ADN y perenne en mi cuerpo adolorido, incrustado en cada poro o
muesca sangrante
de mi cuerpo por su esencia o su sabor.
Consiguiendo
embriagarme,
embrujarme hasta poseerme
con su intenso perfume de mujer visceral
impregnando
mi piel con su aroma.
Así
fue como logró hacer estallar mis entrañas
como
un volcán en erupción,
al mismo tiempo que yo me fundía con ella
y al hacerlo
la poseía el alma entera.
Dejé
entonces de resistirme,
¡Era suyo! su esencia me robó el alma,
ya que al
corazón, celoso,
hacía mucho tiempo que ya era suyo
y de mi cuerpo, ella, y
solo ella, lo disfrutaba.