Imagen obtenida de Internet
Me
envolví de toda mi ternura al abrazarte
y
te idolatré al adorarte, respetarte y amarte.
Y
eso me hizo sentir único...
¡el
hombre más afortunado de la Tierra!
¡Ya
entonces te amaba tanto!
¿Cómo
saber que ya por aquel entonces
tú
no me amabas?
Ni
siquiera di cuenta de que aquellos silencios
no
presagiaban nada bueno.
Tus
silencios, tus desplantes o
tu
cuerpo helado y frío.
Lo
confieso, me helaste.
Y
no sólo el cuerpo
¡mi
alma en escarcha y hielo transformaste!
Para
luego, en un arrebato
que
quisiste fuera de orgullo, me quebraras en dos,
dándome
tu último golpe mortal,
diciéndome
lo que ya sabía... que no me amabas.
Después,
te marchaste sin mirar atrás.
Gracias
a eso pudiste ahorrarte ver mis lágrimas.
Imagen obtenida de Internet
Me
envolví de toda mi ternura al abrazarte
y
te idolatré al adorarte, respetarte y amarte.
Y
eso me hizo sentir único...
¡el
hombre más afortunado de la Tierra!
¡Ya
entonces te amaba tanto!
¿Cómo
saber que ya por aquel entonces
tú
no me amabas?
Ni
siquiera di cuenta de que aquellos silencios
no
presagiaban nada bueno.
Tus
silencios, tus desplantes o
tu
cuerpo helado y frío.
Lo
confieso, me helaste.
Y
no sólo el cuerpo
¡mi
alma en escarcha y hielo transformaste!
Para
luego, en un arrebato
que
quisiste fuera de orgullo, me quebraras en dos,
dándome
tu último golpe mortal,
diciéndome
lo que ya sabía... que no me amabas.
Después,
te marchaste sin mirar atrás.
Gracias
a eso pudiste ahorrarte ver mis lágrimas.