Imagen obtenida de Internet
No vivo para el olvido...
los recuerdos se van,
adolecen sin ser queridos.
¿Para qué
recordar entonces lo que he sufrido?
Iros hacia el fondo del abismo,
dónde solo sombras propaguen
vuestros necios designios...
yo ya me cansé de pernoctar... soñándote.
Tristeza firme del pensamiento,
sois la herradura nefasta,
huella incierta de mi fatal destino...
hoy muero, sí, para seguir viviendo.
Callé mientras pude tantas cosas...
hasta me burlé de mí sin querer
y adolecí de apatía por doquier,
esperando esa señal...
que nunca acabó por llegar.
No me iré de este mundo.
No, no lo haré, sin antes saber
dónde fue que fracasé...
y cuánto de grave fue mi error…