¿Dónde está ese universo que me pertenece por derecho?
¿Hasta dónde tengo que llegar para obtener ese premio?
¿Cuánto más tendré que pelear para recogerlo?
Mi mente soliviantada se pregunta sin cesar.
la vida es como el nácar... "ni blanca ni negra".
En esta absurda conciencia se nos desvanecen como humo
las malas conciencias. Sí, por esa razón deseo y quiero
evadirme,
para no sentir esta opresión que me dice, sin ninguna duda,
que ¡el único culpable soy yo!
Tiemblan mis pensamientos al ritmo cansado de mi corazón,
mis piernas, tan desgastadas y viejas como yo mismo,
me quieren negar el derecho a morir de pie...
No es un grito de auxilio ni un mediatizado canto a la
honradez,
solo es una extremaunción a un no muerto...
que está vivo ¡y ese no es otro que ¡el de mi propio ser!