Pasan los días... mi figura se desliza y derrumba sobre el
sofá, solo me queda un refugio, una
absurda espera... viendo la televisión, sin mirar.
El reloj avanza inexorable y siento naufragar mis
pensamientos en un tic ,tac, ensordecedor hasta desvanecerse en el cristal
líquido, al fin, mí imagen.
Ya no me golpean las horas... los días, tampoco se me hacen eternos,
pasan veloces... y se van, sin tan siquiera avisar.
En mis sienes me aparecen las primeras nieves...
"sombras plateadas" que satinan mi escaso cabello.
Mi rostro se cuartea en segmentos de piel de cuero rasgado
que pierde su frescura, y se torna cobriza... sin brillo.
Ya no volveré a ver más primaveras, ni las simas del otoño
miraré de nuevo al pasar... caminaré sin rumbo fijo,
¡ya no hay más vuelta atrás!