Imagen obtenida de Internet
En brazos de la angustia
perseguí, cual cazador furtivo,
esa mirada enamorada y grácil
que me enamoró... casi sin querer.
Te busqué por cada recóndito lugar
de mi subconsciente... como un loco,
queriendo abrazarme a tu pensamiento.
Furtivo me así a ese esquivo lugar
dónde fueron objeto del deseo
nuestros cuerpos ardientes...
e imaginé que mis labios se apoderaban
con ansia de tu boca.
¡Qué ciego y sediento lugar!
Cuando soñé que te poseía y te sentí cálida, caliente y
discreta…
Al entrar en tu cuerpo… amándote una vez más.
Plena como las diosas
te fundiste como mantequilla,
en una rebanada de pan;
dejando entrar en tus entrañas,
mi carne lujuriosa, deseosa y febril.
Y noche tras noche gozamos
sin apenas sentir
como el tiempo salía de nuestros cuerpos
sin apenas darnos tiempo a vivir...
¿Cómo no perderme en la angustia, de no saber,
si fui... o solo tardé en volver...?
Por esa razón es que mi corazón sigue a tu cuerpo,
y mi alma... te sigue a ti.