Imagen obtenida de Internet
Me dices que te esquivo,
que huyo y te desconozco.
Que corro fugitivo.
Y es cierto, lo reconozco.
Soy carne y soy cautivo
del miedo y del pánico.
Del ayer abrasivo,
del mañana... agónico.
Vivo en el aquelarre
de lo injusto perdido,
sin aire, o sin sangre
que me aliente el sentido.
Para abrazarte... ¡madre!
y después, seguir dormido.