Como a rosa de primavera, que mis manos rozan y adiestran
con esencias y aromas, en los cuerpos, bañados en azafrán.
La piel se abre y erosiona en las entrañas y se circundan,
la fusionan con la carne mía... horadan, rompen ¡la penetran!
Jadeos nerviosos son su boca, los míos, la reencuentran.
Juega mi lengua, la entrelaza, la sodomiza... la adoctrinan.
Ruge su garganta, la mía, gime y acaricia y la postra,
ejerce de ser su dueño... la domina y la manipula.
Los cuerpos rugen y nos anuncian, ya próximos a explotar,
que no queda tiempo, que el volcán va a soltar el lastre de
tantos años vencidos, ilusos, oprimidos, atados, sin usar.
Doy un último embate, mi cuerpo apretado al suyo, olvidados
los dos y sin desviar un ápice, un milímetro de retozar
con nuestras pieles y nuestros cuerpos y sexos ¡amándonos!