Caminan despacio, cansados y doblados sus cuerpos escuálidos,
unos van empujando vagones de carbón, otros,
apenas las sobras alcanzan.
Sus ojos, observan la vida sin que en ellos haya luz,
les robaron su infancia,
les traicionaron sus ilusiones, ya no tienen fe… y
se apoderaron de sus esperanzas.
Son ya más de doscientos cincuenta millones de niños
en el mundo
los que trabajan, de entre cinco y diecisiete años,
imberbes sin esperanzas…
en sus manos, como Jesús, portan clavos
emponzoñados
que son ulceras gangrenadas de dolor, sufrimiento
y de miseria…
Y les duelen… y les sangran, son dolorosas pústulas transportadas
en sus espaldas;
Niños, que muestran en sus rostros todo el dolor y
desencanto
de ser solo la carne de cañón de unas multinacionales
crueles, viles y descarnadas.
Ellos trabajan con fuerza pero, sin rabia, en sus
ojos no hay sitio para la cólera…
tienen demasiada hambre en sus tripas vacías, y
sus familias los esperan…
demasiados cansados, sus cuerpos escuálidos en
imberbes… tiemblan.
Niños y niñas huérfanos, no de padres pero sí de
humanidad
que mueren un poco cada día para que vivan sus explotadores,
Saqueadores sin escrúpulos… humanos que se hacen llamar, señores…
y que solo son ¡unos malditos explotadores!
humanos sí, pero… sin humanidad.
Mientras tanto, desde lejos contemplamos sus
miserias, sus rostros tristes y vencidos;
sus cuerpos pequeños, sucios y mal vestidos… y
lloramos, ¿lloramos?
Sí, lloramos y nos quejamos, hasta maldecimos la
impotencia, en la que pensamos que estamos…
tal vez mañana, al levantarnos, las cosas hayan
cambiado y ellos ya sean libres,
y nosotros… podremos continuar comprando y
disfrutando lo que ellos
con el sudor de sus pequeños cuerpos, su sangre,
carne desgarrada y su talento,
para
nosotros hayan creado.
APUNTES
Niños trabajadores
La educación básica debería brindarse a todos los niños, jóvenes y adultos. Los niños pobres, trabajadores y de la calle no deberían sufrir ningún tipo de discriminación en el acceso a las oportunidades de aprendizaje.
Conferencia Mundial sobre Educación para Todos, Jomtien, Tailandia, 1990.
El problema del trabajo infantil probablemente sea el único gran obstáculo para brindar educación a todos los niños. La Oficina Internacional del Trabajo estima que la cantidad de niños, de entre 5 y 17 años, que trabajan como mano de obra barata ronda los 250 millones. Muchos de estos niños provienen de familias rurales empobrecidas que deben emplear a cada miembro para sobrevivir; otros incluso trabajan en condiciones funestas de explotación sistemática en “talleres del sudor” y fábricas. Expuestos a materiales peligrosos, trabajando como servidumbre, muchos de estos jóvenes trabajadores mueren a una temprana edad. El “trabajo” infantil más destructivo es la prostitución. Aproximadamente 2 millones de niños caen en esta área de empleo en todo el mundo. Solamente en Asia, quizás más de 1 millón de menores, de ambos sexos, trabajan en bares y burdeles. En poco tiempo quedan atrapados en el ciclo mortal del abuso de sustancias e infección de VIH.
La Convención sobre los Derechos del Niño obliga a los gobiernos a proteger a los jóvenes menores de 18 años de la explotación laboral, de la exposición a trabajos peligrosos y del trabajo que pueda interferir con la educación.
Véase también: Convenciones y Recomendaciónes de la OIT sobre el trabajo infantil (Convenio núm. 138 de la OIT sobre la edad mínima de admisión al empleo; Convenio núm. 182 de la OIT sobre las peores formas de trabajo infantil)
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