En estas guerras malditas
que disponen a su antojo,
de una manera cobarde
y sin permiso de nadie.
Somos meras marionetas,
manejadas a capricho
por los seres miserables
que nos imponen su poder.
¡Maldecidos todos ellos!
por los siglos de los siglos...
y que en el infierno pudran
sus entrañas vomitivas,
sus creencias religiosas
y sus convulsas mentiras.