Eterna
burla de la existencia,
Ególatra
visión de la creación.
Fatua
juventud que se cree eterna,
Ladra
el cancerbero rompiendo mi presunción.
Incertidumbre
ante el vacío infinito,
Mis sueños
en la transitoriedad.
La hebra se
deshilacha, temiendo
que de
repente se quiebre su integridad.
Aquí
la penumbra
Aquí
el horror,
Aquí
el perderme,
Aquí
mi terror,
Mi
sangre y el alma,
el
hambre y mi calma
Mi
cuerpo perdido,
en
el olvido del yo
Quiero
escribir, tocar, cantar y gritar.
Quiero
gemir, perderme, encontrarme, llorar.
Quiero
seguir amándote, desvelarte, sentir.
Tomar
el día, pensar, aprender; quiero vivir.
El
insondable destino y su eterna burla,
Pandora
ha abierto su arca de desventura.
No
codicio ser un recuerdo perdido.
Una
estatua fijada en un tiempo que ha ido.
Del
santo he renegado,
Tres
veces ha dudado,
Guardián
del paraíso,
Fundador
de tu reino pétreo,
Soy
Tántalo hambriento y Sísifo empujando,
y
la piedra que cae me sigue arrastrando.
Soy
Prometeo devorado y Atlas aplastado.
Y
sigo clamando, gritando y aullando,
a
una triada cruenta,
a
un Dios sin compasión,
a
una divinidad etérea,
a
una quimérica predestinación:
al
vacío; blasfemia inerte.
Un poema de Sandra Parente, una amiga y especial invitada a mi blog.