Imagen obtenida de Internet
Con
hambre voraz entro en ti
y
mi cuerpo se apodera del tuyo,
se
adueña así de tu coraje y lo hace suyo.
Izada
mi vela, la hundo en tu mar,
dejando
que una vez en tus entrañas
bucee
gozosa entre tus manglares
y
te alumbre, ardorosa y veleta,
mientras
se mueve alegremente por tus mares.
Mi
cuerpo se arquea, aprieta y embiste,
dejando
que mi vela resbale, suave, arriba y abajo,
buscando
hacerte arañar el aire abrasador que
escapa
como lava ardiente y furioso de mis labios.
Tu
cuerpo se arquea al fin y deja vencer, bajo el mío,
buscando
abrazarse fuertemente a mi timón
para
virar después los dos hacia el mismo rumbo
y
así viajar apretados, abrazados y los dos fundidos…
¡Sin
que nos pueda separar nadie!