Quise viajar en tus besos
y los míos en los tuyos fruncí,
arrancando de tu pecho un gemido;
y de mi alma tu… ¡un sin vivir!
Dejé deslizar mi lengua en tu interior,
jugando con tus labios color carmesí,
sintiéndolos húmedos y golosos
abriéndose ansiosos para que entrara en ti.
Mis manos enlacé a tu cintura
y tu, te dejaste ir…
A tu cuerpo me impuse como nave
y por tus húmedas entrañas
el más hermoso de los viajes viví.
Volcán que de un rugido
quiso mi carne herir
dejándome vencido y agotado,
aunque descansé feliz sobre tu cuerpo…
¡mi bella y hermosa flor de abril!
―sábado, 28 de abril de 2012―