He perdido la fe, hasta pensarlo... me duele,
no hay una sola idea que acaricie
sin que me abrase el alma su penar...
tanto dolor y abandono es el que me asiste.
No quiero sentirme así… divago y evado cuanto puedo,
exorcizando mis pensamientos,
esperando una luz o alma mortal que me abrace.
No voy a esperar más…
huiré buscando una ayuda invisible,
que me reconforte, algo fantasmal o espiritual,
que abra en mi prisión una puerta hacia la libertad.
Duele el alma, malherida, por cien mil cortes y heridas,
de batallas mil veces perdidas en guerras sin armas.
Sueños que me desangran la memoria
y que empujan a mi quebrado corazón,
doliente a su pesar, a querer olvidarte
para poder ser inundado al fin por la tan ansiada paz.