Imagen obtenida de Internet
Me quedé sin corazón…
se fue asido a las alas del aire.
Lejos dónde nunca salga el sol
ni el mar sepa devolver su aroma a la tarde.
Bosque oscuro y miserable
dónde lloran las ninfas
y el amor se abisma en sus carnes.
Rompo a llorar y mí lágrima
se diluye en la hiel y en mi sangre,
arañando mis entrañas
y quedándose en mis carnes.
La congoja, dueña de mi espíritu,
camina ya a oscuras y con miedo.
Miedo de volver a sentir,
¡horrorizada de no volverlo a vivir!
Ya duermo en la faz oscura y fría de la muerte,
esperando al
barro miserable
que tape mi sepulcro y a alguien que llore
por mí y me abrace.