Imagen obtenida de Internet
No
hay mayor soledad
que
la sentida por el alma
en
su universo vacío.
Una
huella, es la que me busca horadar la piel,
dejándome
su olor a podrido.
Hieren
las formas
y
las entrañas cogen frío
al
percibir su propio vacío,
helado,
marchito… fenecido.
Arañas
corren en derredor,
subiendo
por mi estómago,
hasta
incrustarse, como demonios,
en
este necio corazón herido,
para
hacerme sentir,
que
tal vez alguna vez,
estuve…
vivo.
Apenas
vislumbro la luz,
ciego,
beodo y perdido,
nada
fui… nada soy,
¿para
qué tan cruel castigo?