Imagen obtenida de Internet
Amada de mis sueños. Dueña de la memoria
y musa de mi poesía.
Ingrato es cada uno de mis despertares
sin
tenerte entre mis brazos
ni tener tu cuerpo en mi regazo
y abrazada a mi tronco
ardiente,
mientras tú te refugias de ese pasado,
déspota, miserable y frío.
Estoy aquí, mírame,
tal vez no tan cerca como quisiera,
pero,
tampoco tan lejos
como para no sentir mi calor.
Te extraño tanto amor,
eso sí,
sigo sin poder saciar esta sed
que sufren estos labios míos.
No puedo beber de la humedad de tus labios,
sedientos como lo
están los míos,
y tan deseosas mis manos
por despojarte de tu vestido,
para
calentar mi cuerpo con tu piel
y perderme de una vez por siempre
en el interior de tus
gemidos.