La salud me ha abandonado y fingido
que son los ruidos de mi cuerpo estresado.
Válgame el cielo si estimulo el óxido
de mi cuerpo viejo y apoltronado.
Carencias y afectos del ayer dormido,
por amor huido, yermo y olvidado.
Un gris y obsoleto vacío obviado,
triste esencia de lo nunca querido.
Bebí la sabia, fruto de lo eterno,
para saciar la sed de la discordia,
carencias de un alma y mi abandono.
Que de eso se encargó la concordia,
tras la huella rígida de lo humano,
encima del amor y de la discordía.