Imagen obtenida de Internet
La sentí por instantes tensa, inquieta, desinhibida
y me aparté rápido, temeroso y temiendo perderla.
Me miró sorprendida tirando de mi mano impávida,
casi ofendida. Me pidió un beso, y no quise aburrirla.
Se abrazó a mi cuerpo temblando, salvaje, casi agresiva.
Me dejé envolver por sus labios, su lengua quiso adherirse
a la mía, que se fundió, ardiente yo, ella, abrasiva.
Mi carne penetró sus entrañas, se abrió paso en su herida,
altos y fuertes fueron los gritos que, glotones nos vencieron.
Nuestros cuerpos ensamblados, formaron la estela vencida.
¿Cuantos orgasmos ella? ¿Cuánto de verdad nos importaron?
Ni a ella ni a mi nos importaron, porque de allí nació un
hombre
y una mujer que, con un
fiel beso de amor se conjugaron.
Abrazados a nuestros idílicos encuentros de costumbre.