I
Imagen obtenida de Internet
¿Cómo pude perderme tanto y caer
a ritmo infernal en la sin razón aparente
de esta ingrata presencia acuosa y fantasmal
que lo invadió todo y que se hizo dueña mía...?
¿Cómo pude obviar su nombre y su rostro
y en cambio sí escuchar el absurdo despotricar del tiempo,
baremo ineludible y mágico de un coloso incrustado en mi piel?
Razones de líneas opacas y misteriosas me invadieron el
ánimo...
se apoderaron de mi mente, de mi ánimo y de mi suerte...
y acarrearon
hasta mi a la muerte, pesada losa indecente,
consiguiendo trasladarme al
infierno de Dante.
¡Oh, divina providencia! siempre afín a un poder, un poder
más allá de la muerte... en mi carne, en mi ser... en mi
suerte.
Pecado convulso de quien jamás fue hijo pródigo ni tuvo
fortuna ni suerte.