Imagen obtenida de Internet
Suave, así… deja que
mis manos
se hagan dueña de tu cuerpo
y te acaricien la piel…
cálida y a la vez fuerte,
zigzagueando por cada poro,
por cada átomo de tu ser.
Siente… recibe mis besos,
labios calientes y humedecidos
resbalando hondamente
por cada línea dibujada en tu piel.
Gime… deja que te lleve
donde el dolor pierde su nombre
y se transforma en gritos de placer.
Ábrete… depositaré en tu entraña
la simiente del amor,
pero también la semilla
de la angustia y el desenfreno.
Suavemente… somos uno,
dos cuerpos y una sola alma,
enamorados como un solo ser,
del amor, la fe y la desesperanza.