Me
pudiste vida mía,
me
asestaste la última,
esa
puñalada al alma,
fue
culpa de mi poesía.
Recibí
con alegría
ese
alegre canto al alba,
tuyo
mis suspiros alma
fuiste,
mi alma solitaria.
Llenaste
a besos mis labios
y
calmaste mi esperanza
siendo
fuerte tu destreza
y
arrogante tus halagos.
Versos
compuse a tu trenza,
para vestirles de amargos
placeres
y dulces nardos,
siempre
unido a tu esperanza
y
esa esperanza, tus labios,
los
mismos que me besaron
cuando
me decías adiós
y
mis brazos te abarcaron
para
prender tus agobios,
quemarte
el labio con pasión
y
fundirnos juntos los dos,
siendo
uno solo el corazón.