En el aire, diluida su fragancia
que me enerva, excita y estimula
haciéndome su esclavo por astucia
dominándome muy sensual y chula.
Ella, Enerea, por avaricia,
fiel estímulo de dioses, adula
y por los campos elíseos anuncia
su magnífico poder e ínfula.
No me importaba, la amaba y sabía
que nunca sería del todo mía,
era un poco de todos, su fábula.
Una leyenda no escrita y crápula
de la que fuera ¡Diosa de la audacia!
bella Enerea, sensual y crédula.