Dejamos
durmiendo a los sueños
y nos
enfrentamos a las palabras,
reyertas
del pensamiento confundido
buscando...
no se sabe el qué.
Ni
siquiera enfrentamos las miradas,
sólo
reproches, titubeos... y hasta sueños inventados, rotos o desmenuzados.
Te partí
el alma, lo sé... cómo se rompe al viento,
enfrentándolo
a dos esquinas o ante un grueso muro de sal.
Y
ahora... ¡te extraño tanto...!
como
extraña la aurora al amanecer
o cómo
añora el ruiseñor su canto...
y la
abeja libar su miel...
Es esta
soledad que me somete o este silencio
que me
apabulla el pensamiento.
¿O tal
vez es el retroceso hacía suspiros anhelados,
recuerdos
anhelados de un pasado que... ya se fue.
Tu risa
aun resuena melodiosamente
y me
alegra sin saber que... ya no habrán más risas,
ni
caricias por hacer... sólo mares de lágrimas sin caer,
sujetas
a un deseo... ¡Tenerte entre mis brazos otra vez!