Te tengo frente a mí y no dejo de mirarte,
te azoras y sonroja tus mejillas mientras,
tus ojos me esquivan.
Al tiempo que tus labios se humedecen y me suspiras.
Tus párpados se cierran, evitando mirarme,
negándose a ver cómo mis ojos se emocionan
al ver tu cuerpo desnudo.
Se endurece mi virilidad
y se dulcifica la expresión de mi rostro,
al descubrir de golpe
que te deseo tanto como te amo.
No espero más y voy hacia ti,
no me hace falta hablar,
cedes al instante y comenzamos a danzar,
tu cuerpo está cálido,
al tanto que el mío,
se convierte en puro fuego al rozarte.
Te siento tan pegada a mi pecho
que mis ansias me impiden respirar.
Te aprieto fuerte y inhalo con ansia tu aroma inmortal.
Mis piernas tiemblan, te adoro tanto…
que mi corazón parece que va a estallar.
Y tú, adorada mía, mi diosa imperfecta,
hasta el día de ayer desconocida.
Eres hoy mi ansiada y a la vez, dolorosa soledad.