Si no fuese porque tengo en mí
la alegría y la felicidad de quererte,
la pasión de creer que es posible,
que juntos un día estemos siempre.
Sería para mí peor que un suplicio,
una tortura, el no verte, besarte,
olerte y sentirte…
y menos si cabe, poder hablarte.
Eres, mi amor, la máxima expresión
de lo que es un amor profundo,
sentirme así, como te amo,
sin siquiera querer percibir
la niebla de esta distancia
que nos aleja sin rumbo, hacia la
oscuridad.
Pero, no, no me puedo sentir
triste,
ni dejar que las ansias de
quererte,
me obnubilen y anulen la voluntad,
sé que te tengo… sí, lejos,
pero sin olvidarte de mi, ni
despertar.
Eres la felicidad que me arropa,
el sonrojo que me arrulla y
acaricia,
el sueño que me apacienta y
estimula
y el amor…
que me abraza y me provoca
el no querer despertar.