Imagen obtenida de internet
Ayer
dejaste en mí una imagen que me cautivó,
Tú,
recostada sobre la hierba…
Con
la sola vestimenta de un vestidito corto,
Sin
ropa interior… me dijiste húmeda y azorada.
Sonreías
complacida y te solazabas leyéndome,
mientras
yo te escribía, y... te deseaba.
Por
mi mente pasaron raudos los mayores desenfrenos,
fantaseando en recostarme a un
costado tuyo,
con destreza desnudarte y hacerte mía en un instante.
¡Ay,
que mi hombría reaccionaba con ardor y me escocía,
quemándome
con ese ardor penetrante y amargo
que
es culpable de la autosatisfacción tardía,
aquella
que no te da placer sino, dolor y rebeldía!
No
obstante rechacé cualquier idea o pensamiento absurdo
Y
forjé la leyenda más hermosa y llena de poesía,
la
de nuestros cuerpos, enzarzados en una lucha,
la
lucha por el deseo, el amor y la lujuria.