No
importa que no llegue al cielo con mis manos,
Tampoco
que mi salto
no me permita acercarme ni una décima a ti,
sin
embargo sí que importa cuando mis sentidos
presienten
que estás llorando, y eso… cariño,
no,
eso no lo puedo consentir.
Se
me coagula la sangre en las venas
Solo
de pensarte… tan lejos, sin estos brazos largos.
Brazos
que tremolan como niños,
cuando
se abrazan al aire porque tú no estás entre ellos.
Mis
ojos se llenan de lágrimas, de dolor y de pena,
Agua
salada que no podrá llegar al mar…
Porque
justamente, detrás de esas aguas cristalinas y saladas,
Tu,
andas sola, triste y acongojada,
esperándome sin ninguna respuesta ni esperanza.