Imagen obtenida de Internet
No quiero despedirme sin decirte que te quiero.
Besar tu foto mientras abro tu mensaje y escucho
silencioso y emocionado, tu discurso.
No, no me dices que me amas, ni siquiera hablas de mí,
aunque tampoco importa, no escucho lo que
dices,
solo tu voz me importa y no tus palabras.
Me concentro en tu voz
y me estimulo visualmente con tu imagen
en una vieja fotografía... lo demás
no me hace falta, porque mis manos,
sin tocarte, lanzan llamaradas.
Qué exquisitamente me sientan
esos besos que no me das,
o esos abrazos apretados que
solo están en mi mente, fantaseando y pecando.
Me importan esos orgasmos que me provocas
con solo desearte y pensarte, fundida a mi piel,
con mi carne hundida en tu pecado.