Imagen obtenida de Internet
Descubrirte fue despertar a un mundo nuevo,
un mundo añorado desde años atrás, casi un siglo ya
donde me
enzarcé en una lucha desigual,
queriéndole ganar al tiempo unos segundos,
y gané la única batalla que no quería perder,
conocerte a ti, mi pequeña y amada, libertad.
No, no es ilusión, o vanas esperanzas mías,
¡es acierto! Acierto
o certeza
de que tengo tu amor y tú,
el mío.
¿De qué asombrarnos? los dos sabemos que
cada vez que nos miramos y nos sonreímos,
la historia vuelve a cambiar el rumbo
para hacerlo solo tuyo y mío.
Hasta alfombrar las olas de los mares y de los ríos,
con tal de llevarnos en volandas al uno junto al otro
y alborozarse viendo como nos besamos y amamos como niños.
Hasta se nos abraza a nuestras espaldas
con inmenso cariño, mientras
nos marca sonriente
las horas, los días y meses.
Antes que los años nos doblen
y quiebren los huesos,
y los brotes verdes no sean ya más que
¡un solo un suspiro!