Imagen obtenida de Internet
Decidle
al adiós que no me espere,
y
al silencio que se embebió de mi voz
y
de mis esperanzas...
que
no me siga y deje tranquilo mi penar.
Que
no me odien quienes me amaron.
Que
no me atosiguen quienes me despreciaron.
Que
no se atormenten aquellos que me obviaron.
Y
que descansen tranquilos quienes, al fin, me enterraron...
Al
tumulto y al desencanto, quereres y desengaños del fracaso, les digo; ¡yo me
los llevo todos! ¡
que no se evada ninguno! Seré como el rebaño del pastor...
pastaré
los campos mientras me dejen y al secarse mi sustento, dejaré que el hambre y
la sed, se lleven de mi
lo
que me quede de humano.
No
vengáis a despediros... no deseo ni adioses ni "te quiero", dejadme
al menos la voluntad, que para palos y miserias, ¡me quedo con la compañía del
infierno!