Entre
alfileres vive la imagen que soñé,
protegida
entre las rosas y sus espinas.
Embriagado
me quedé con su aroma,
y me
emborraché al rozar sus labios, al besarme.
Sueño
mientras me arrebata con sus manos,
en mil
caricias frente al latir de mi pecho
y el suspirar de sus labios al amarnos.
Las
ansias de sus caricias afloraron a mis entrañas, escuchando
los
gemidos que, melodiosos, nos obligaba nuestro orgasmo,
dejándonos
llevar por el mecer de nuestros cuerpos,
siempre retozando
y… a las horas, eternizando.
Te ungía
de sexo, lujuria, sabores y aromas,
esperando
tu llegada para que, a la vez,
eclosionáramos
en orgasmos.
¿Te
acuerdas amor, de cómo disfrutábamos
de
aquellos deliciosos atardeceres
que
aromatizábamos los dos con los fluidos de nuestros cuerpos?
Nuestras
bocas fermentaron de tanto besarnos, para, después,
al
decirnos adiós… prometernos, que nunca íbamos
a olvidarnos...