Imagen obtenida de Internet
En
un rincón del alma muy profundo evado mis penas,
deshaciendo
torpemente en mi mundo de soledad
la
crueldad horrible de mis noches solitarias.
Mientras
recorro tristemente el camino al destino que
se
me tenga asignado y que tendré que digerir
todos
los días de mi vida, envolviéndolo
en
la incesante letanía de mi pecho al tronar.
Gozosos
momentos que creí vivir,
abrazado
a una luz que bajo mí se movía,
buscando
en ella una sonrisa que me incitara a la alegría.
Todo
fue inútil, lo había despedazado todo,
hasta
sus recuerdos me atormentaban en la lejanía,
mientras
ella, en la distancia, me gritaba sonriente su alegría.
Triste
sonrisa desperté en su mirada que, libidinosa…
me
sonreía. En sus labios una sonrisa de traición y,
en
ella yo me moría, abrazado a su orgullo,
sin
querer deshacerme en mi piel de mi lenta agonía.