Siento
dentro de mí una pesada tristeza,
una
honda decadencia que me deprime y espanta al alma.
Me
ahogo en este interior desastroso y culpable, me hiero… aunque
ni aun así el daño me conforta ni diluye mi angustia ni estas ansias.
El
mundo gira dando vueltas sin detenerse
y
no soy inmune. El tiempo pasa inexorable, no existe vuelta atrás... y lo marca
el reloj de manera absoluta y terrible en su tic, tac… Incrustado gime en la
frente ancha del innombrable ser "del nunca jamás".
Voy
a su compás sujeto a su grupa, Lamiendo sin pudor,
el sudor agrio de su oronda
y asquerosa tripa.
¡Ay! carencias de mi alma… rumor del agua que llora,
dolor innombrable
del tiempo mientras éste se agita furioso y… muere.
Siempre
estuve convencido de ganar,
¡beber de los labios de la victoria! Y, heme aquí,
le estoy lavando los pies a la muerte,
mientras ella ríe y se jacta de ser la
única…
¡qué
nunca sufre ni muere!