Imagen obtenida de Internet
Entre azahar, racimos de uvas, albahaca y amapolas,
besé sus labios y me llené de la rosa de su aliento.
Tan arduos eran y sinceros, que me quemé los parpados
de tanto contemplarla, radiante, amorosa y hermosa.
Nuestros cuerpos se envolvieron en abrazos y libres se
arroparon,
gimiendo pegados el uno junto al otro hasta que el volcán
explosionó
y en él y para siempre
los dos ardieron y se fundieron.
Vive el amor en las entrañas del rosal, la rosa hiere,
con sus espinas al amor, amor por el cual los dos murieron
al irse por instantes la luna, y nacer los dos de nuevo.
Rumbo a una vida nueva, nunca solos, nunca más abandonados.
Entre suspiros, caricias, besos y orgasmos placenteros,
naciste tú, orquídea de jardín, rosa y dolor de un parto,
bendito parto, deseado y amado, de dos seres que se amaron
y quisieron.