Imagen obtenida de Internet
La dulzura de su mirada me cautiva,
me estimula el corazón y la sangre vive
como río, revoltosa y transmutativa,
líquida, roja y volátil como una ave.
De sueños y susurros en mi oído tuve
mientras ella suspiraba fiel e intuitiva,
apoderándose de todo mi ser, clave
optativa para ser mi dueña lasciva.
Dulce, nívea, volátil, un sueño hecho mujer;
cuerpo que vive y vibra a la vez, uniéndonos,
felices como dos seres de luz con corazón.
Una unión abanderada en la fe de Cronos,
tiempo pasado abrazado a su presente y ser,
tras la estela del amor tras amarnos con pasión.