Sus ojos brillan
encendidos como perlas cristalinas, los míos son brasas ardientes al mirarla
con calentura y deseo, con ansias de poseerla y hacerla mía. Aproximo mi
masculinidad fusionando mi excitación a su cuerpo incandescente, la beso
apasionado... mientras sus labios se apoderan de los míos y su lengua me enlaza
y convierten así la mía en arcilla.
Recorro con mi
lengua sus líneas divinas y me aposento en su mundo de Barbarella, dejándome la
piel y el alma incrustadas en sus endorfinas mientras ella me modela y da forma
a voluntad. ¡Mi dueña, aun sin cadenas!, con su melena rizada al viento, sus
besos, su aliento al gemir y el susurrar de sus jadeos inhalados por mis
costillas.
Soy un velero en
sus manos, el llanto que me avasalla,
la libido que besa al labio, la carne y penas fundidas a mis
entrañas, satisfechas las ansias, ahítas y saciadas de orgasmos en ella.