Tardaste cuatro largos años en darnos
el sí...
un quince de agosto del año 1999
exactamente.
Sí, el día antes de que tu madre
cumpliera treinta y dos años.
(No, tranquila, no te contaré como
“entablamos” conversación contigo,
solo te diré que fue muy romántico...).
No fue hasta casi un mes después de esa
“conversación”
que pude convencer a tu madre
de que se hiciera la prueba de
embarazo.
No te podrás ni imaginar la llantera
que cogió tu madre...
y yo claro. Hacía tanto que te
buscábamos hija mía...
que durante largo rato permanecimos los
dos abrazados,
sin hablar, temiendo que todo fuese un
sueño
y sufriendo… pensando que nos íbamos a
despertar
en cualquier instante y que se rompiese
esa magia.
Pero no, no se rompió y, casi nueve
meses después,
un 26 de mayo del año 2000 (a las 20:45 de la noche)
nacías tú.
(No sabes el trabajo que le costó a tu
madre
sacarte de su vientre, no querías salir
de allí ni a la de tres.
“Estoy seguro que ya te apercibiste
en aquellos días que la vida fuera… no
sería nada fácil”).
¡Qué horas de dolor y ansiedad pasó tu
madre!
(y las que pasé yo sufriendo
por no poder acompañarla en su dolor,
sintiendo lo mismo que sentía ella).
Pero, al fin,
mediante cesárea,
(pues no hubo manera que tomaras el
camino recto),
naciste tu.... Hija mía,
imposible describir las emociones tan
fuertes e intensas
que sentí aquel día al verte salir en
la incubadora.
Ver tu carita morena, lisa y sin una
sola arruga...
¡Tan hermosa!
y con esos ojazos negros bien abiertos,
(Parecías una indita)
y lo que sentí... sobre todo, cuando te
hablé
“qué te pasa mi vida, qué tienes,
aquí está papá, mi amor”,
tus ojos se giraron, intentando ver…
(Como buscándome)
y pareciste reconocerme pues, paraste
de llorar.
Nunca olvidaré ese día, ¡NUNCA!
Lo tengo grabado en el corazón y en la
memoria a fuego.
Sé que te estarás diciendo;
“Jo, si esto me lo ha contado ya un
millón de veces”.
Y es cierto...
Pero, quisiera poder contártelo un millón
de veces más.
Te podría contar muchísimas cosas más
pero sé que, con las fotos, vídeos
y multitud de recuerdos que hay en la
casa,
un día u otro, tu, los buscarás por ti
misma.
Te amo mi hija bella y siempre serás
para mí;
MI BELLA PRINCESITA.
(Sé que lo sabes pero me gusta
recordártelo).