Imagen obtenida de Internet
Se cansó de llorar, de explicar, de mentirse.
Buscaba la felicidad con tanto ahínco,
que cuando quiso darse cuenta, quiso irse.
Nunca pensó dónde o con quién, solo claudicó.
Cercenó su inquieto semblante al evadirse
y correr hacia el bosque de un sueño acrílico
tras deletrear con letras opacas, hasta envolverse,
y volver de nuevo al principio; su sueño anárquico.
Todo por una sola idea; él, y su signo.
Despertar sujeta en la mañana y en sus brazos,
para recibir sus besos y sentirse una vez, buen vino.
Saboreada y degustada por sus labios,
y recibir contra su cuerpo el placer divino,
gozada por su hombre ¡hasta los intestinos!