Imagen obtenida de Internet
No me miraste al despedirme,
tampoco al regresar una y otra vez.
Fui para ti solo una imagen hueca,
un punto donde apoyarte, donde emerger.
No, no creo fuese culpa tuya, ni mía, no lo sé.
Tal vez nos engañamos mutuamente sin quererlo,
o silenciamos
nuestras bocas sellándolas con hiel.
Recuerdo el día en que me tragué el orgullo
y se adueñó de mí el
silencio, mis horrores
y miedos nocturnos afloraron y levité, sin alas,
sin
derechos, y todo te lo perdoné.
Ardiente en mis entrañas me bebí la hiel,
hirviendo de desazón y angustia la tragué,
haciendo que burbujeara el daño en mi mente,
dejando que germinara la semilla del fracaso del ayer.