Imagen obtenida de Internet
En
esta tarde de desesperanza
doy
una gran vuelta de tuerca a mis maneras.
Silencios
que oculté a mi mente traicionera,
la
culpable de ser yo una maldita quimera.
Me
muelo a palos, como los niños al saco de cumpleaños,
dándome
con saña y sin soltar un solo grito,
no
sea que despierte a ese banal mendigo
causante
de todo mi mal y que no es otro que... yo mismo.
Bailo
entre lágrimas los ardientes y solitarios compases
de
un vals. Bailo y fluctúo en el aire
queriendo
ser mi propia comparsa
en
este hiriente drama en el que malvivo.
Paciente
duermo y en sueños, de marcada pesadilla;
juegan
traviesas mis formas para hacerse notar en el ovillo
de
este oscuro y siniestro lugar donde soy el actor principal,
un
valiente y dicharachero amigo de quienes dicen saber reírse conmigo.