Te busqué, te busqué desesperadamente,
lo hice, entre manzanos y perales,
entre encinares y olivos milenarios y
hasta en el follaje amarillo de los pastizales.
Miré cada sendero pisado por las hormigas,
que caminaban solícitas llevando su comida.
También lo hice en madrigueras de conejos
y hasta observé los guiños que me hacían las estrellas.
Levanté piedras y atravesé ríos,
trepé como un imberbe cualquiera,
árboles orgullosos de ser cipreses
o álamos espigados y frondosos.
Cavé profundamente en tierra roja
o me deshice tristemente de las horas...
y todo ello, para encontrarte a ti, mí dulce...
amorosa e imperturbable... demencia.