Me llama, y no la hago esperar,
corro a nuestra alcoba
allí está... me subyuga y me atrapa,
sus labios, su sonrisa y sus ojos, me encienden.
Cómo un chispazo,
una luz cegadora, me ciega
y no soy capaz de negarle nada,
me tiene bajo sus botas de tacón de aguja.
Mi cabeza se niega a pensar...
me arrimo a su cuerpo y comienzo a sudar,
es ardiente y me quema, me hiere, casi sin pensar.
Baila, baila para mi y para nadie más...
son mis pensamientos gritos y aullidos,
aullando a la luna sin parar,
ella es mía ¿o yo suyo? ¡y me da igual!
Al fin caigo en sus brazos
ella sonríe, me guiña un ojo
y mi corazón estalló
roto y quebrado... de felicidad.