Imagen obtenida de Internet
Anhelo los besos que recibí
en aquellos dulces e inocentes atardeceres
en que se nos despedía el sol,
mientras contemplamos los dos,
como nos sonreía la luna.
Noches apasionadas…
de amaneceres sosegados,
después de disfrutar del volcán en erupción
de nuestros dos cuerpos enamorados.
Sueño hoy en lo que fuimos,
y me destroza la pena al despertar
y ver en lo que nos hemos convertido.
¡Sombras en la niebla
buscando no encontrarse,
para no tener que odiarse
y perderse en el camino!