Imagen obtenida de Internet
Hoy la vi y me abracé al aire...
creí llevarme pegado al cuerpo su perfume.
Miré sus ojos y vi que sonreían...
no era a mí, sin embargo... lo parecía.
Sentí cómo el ansia por poseerla
se hacía dueña de mis sentidos,
dueña absoluta de mi cuerpo y hasta de mis gemidos.
Corrí en pos de ella… y la abarqué por la cintura,
¡tan linda
era y tan bella!
que al volverse y ver sus ojos,
su brillo próximo al infinito,
me dejó ciego e indefenso ante ella.
No me dejó reaccionar,
sus labios se convirtieron en cadenas
apresando mi boca y mi lengua,
dejándome inerte, extasiado, ¡enamorado!
Sufrí un desmayo... ¡de tanto como empecé a quererla!
por fin
estaba unido...
a un recuerdo que era solo mío
¡y también de ella...!