Imagen obtenida de Internet
Como
recuerdo la primera vez que te amé.
Mis
labios temblaban al entrelazarse a los tuyos,
rosados
y frescos y tan golosos como los míos.
Te
besé, y eran tus labios
puro
almíbar, en un cóctel de frenesí.
Mientras
nos dejábamos envolver por la pasión,
con
la dulzura que nos daba la inexperiencia.
Dejé
a mi lengua que hablara por mí,
que
supliera mi torpe excitación con la calidez imberbe
de
mi amor incipiente.
Temblabas
y tu temblor unido al mío,
dio
alas a nuestros cuerpos que, tendidos y abrazados,
dieron
rienda suelta a nuestros deseos juveniles,
amándonos
a destiempo.