Imagen obtenida de Internet
Me quema la impaciencia, mi pensamiento se vuelve loco,
está
desequilibrado por quererla, ¡desearla!
No aguanto la espera, ansío verla y tenerla entre mis brazos, para sujetar sus latidos contra mi pecho enamorado.
Recrearme… jugando con esas dos cerezas que son sus labios y
beberme su aliento, para llevarla después hasta el éxtasis supremo de mis
deseos,
pulsando cada fibra o terminación nerviosa de su ser.
La ansío tanto y tantos son mis anhelos,
que me arde la piel y
el pensamiento, pensándola,
mientras mi cuerpo juega a desearla y hace rugir a
mis entrañas, que están enloquecidas y ansiosas por poder soltar mi lava
ardiente.
Luego de consumirla... y consumirme a mi vez
dejándola a ella
sin aliento y a nuestros cuerpos,
temblando de deseos satisfechos, azorados y
agotados.