Imagen obtenida de Internet
Tras vivir en una constante sumisión,
me rebelo a mi destino, porque no es de justicia
que yo no
pueda agotar todas las posibilidades exigibles.
Qué me importa si el tiempo se me echa encima.
Si las manecillas del reloj me golpean
una tras otra sin tener
piedad alguna...
O sí el toc, toc, de mi corazón se está agotando,
tal vez por
la angustia de saber:
de manera cierta, que mi tiempo se agotó.
Soy la odiosa espera que grita con rabia,
mirando hacia el
cielo y clamando porque,
el mañana, sólo sea un sueño y yo hoy haya abierto los
ojos y ya ella me estaba esperando.